lunes, 31 de agosto de 2009

Bless Ísland



Adiós, Islandia. Nuestras últimas horas nos acercan al pasado más remoto y al futuro de un país con grandes dosis de iniciativa.



Visitamos un barco vikingo, réplica exacta realizada con materiales y herramientas tradicionales del encontrado en Noruega hace unas décadas, y datado en el siglo IX, justo en el momento de la colonización de Islandia.



En un barco como éste, de dimensiones reducidas, setenta tripulantes bajo el mando de Erik el Rojo llegaron a las costas americanas quinientos años antes que Cristóbal Colón. Recientes excavaciones en Canadá han demostrado la presencia vikinga en estas tierras en fechas anteriores al siglo XII, algo ya recogido en varias sagas con sorprendente exactitud geográfica.

El barco que contemplamos realizó hace unos años un viaje conmemorativo similar por la costa este de Norteamérica, cruzando de nuevo el océano, eso sí, en esta ocasión con algunas ayudas tecnológicas...





Y de los antiguos emprendedores islandeses, a los nuevos. Acudimos a una planta de generación de energía basada en el aprovechamiento del calor de la tierra, que en esta zona es muy alto a poca profundidad. La práctica totalidad de la energía utilizada en Islandia es de esta naturaleza.



Cruzando la ahora abandonada base militar de la OTAN nos despedimos de Islandia, un país entre dos continentes, con una historia y cultura claramente europeas, pero con un carácter de nuevo mundo, de frontera abierta que nos anticipa a América.



Nos vamos a Londres, contrapunto urbano, acelarado, multirracial, de este gran parque natural, solitario y encerrado en sí mismo que es Islandia.

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