Las fábricas de tejidos de algodón engarzadas en el sinuoso valle del Derwent, en el centro de Inglaterra, no son demasiado vistosos ni fáciles de localizar. Sin embargo representan algo comparable con la batalla de las Termópilas o el descubrimiento de América: aquí nació la fábrica moderna, con máquinas semiautónomas movidas por el agua y el vapor que eran capaces de multiplicar la eficacia humana por un elevado factor. La Revolución Industrial, que tan rápidamente eclosionaría en Inglaterra y Gales cambió para siempre la Historia de la Humanidad. En estas estrechas y oscuras naves de ladrillo la maquinaria se puso en marcha.
Un pequeño y caótico taller-museo nos acerca telares, tejedoras, cardadoras y todo tipo de artilugios mecanicos utilizados en las fábricas, algunos muy rudimentarios y otros más sofisticados de décadas posteriores.
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